Lo que aprendí creando 22 arquetipos del Tarot a mano

21 de mayo de 2025
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Lo que aprendí creando 22 arquetipos del Tarot a mano

Lo que aprendí creando 22 arquetipos del Tarot a mano

Esta baraja nunca fue sólo de cartas.

Todo empezó en una playa de Molokaʻi (Hawai). Estaba en medio de una búsqueda de visión de 7 días guiada por un chamán que trabajaba con los Arcanos Mayores para desbloquear patrones subconscientes. Sin comida. Sólo agua, una tienda y la tierra. Sin distracciones. Sólo presencia, respiración y el desierto de mi propia mente.

Empezaron a surgir imágenes. Patrones. Arquetipos. Empecé a comprender cómo se habían formado mis paisajes interiores a través del mismo lenguaje que ofrecía el tarot. No como un sistema de predicción, sino de revelación. Las cartas no eran símbolos externos, sino reflejos de lo que siempre había estado dentro de mí.

Ahí es donde empezó esto. No con un objetivo o un plan. Sino con perspicacia. Con el tipo de claridad que sólo el silencio puede ofrecer.

Los 22 arquetipos que creé se dibujaron totalmente a mano, con punteado fino: millones de puntos y cientos de horas. Pero lo que surgió fue mucho más que tinta.

Era un espejo.

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Los Arcanos Mayores como mapa de mi propia iniciación

Cuando continué este trabajo meses después, acababa de pasar por una experiencia que me había cambiado la vida: el cáncer. Había perdido un testículo y me enfrentaba a la mortalidad de una forma muy real y visceral. Hay algo en enfrentarse al límite que cambia tu forma de ver las cosas. Cómo percibes la luz y la sombra. Cómo percibes la dualidad.

Cada arquetipo que dibujaba se convertía en un reflejo de lo que estaba viviendo, tanto emocional como espiritualmente.

El Loco me enseñó a caminar hacia delante de todos modos.
La Torre llegó cuando todo lo que creía conocer se derrumbaba.
La Muerte, por supuesto, apareció exactamente cuando necesitaba liberar viejas versiones de mí mismo.

Pero las cartas no sólo hablaban de finales. También marcaban aperturas.

Cuando completé la última carta del 22, conocí a Julia, mi amada, mi cocreadora y la madre de nuestra hija. Su presencia marcó un umbral que aún no había atravesado: el mundo de la alquimia relacional profunda.

Su conocimiento del tarot español, su fluidez intuitiva con los arcanos menores y sus años de transmisión a través de la lectura arquetípica abrieron un capítulo completamente nuevo para mí.

Mientras que yo había construido una base a través de las especialidades, ella me invitó a adentrarme en los matices, la arquitectura emocional y los finos gradientes de la experiencia humana a través de las asignaturas secundarias. Juntas, empezamos a soñar con la siguiente obra, una obra que entrelazara nuestras fortalezas, historias y visiones.

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Lo que reveló el proceso creativo

Esta baraja me enseñó a sostener la paradoja. A aceptar la incomodidad. A dejar espacio para el misterio.

No me precipité. No podía.

Algunas tarjetas tardaron semanas. Otras fluyeron en un par de noches. Todas me pedían que me apartara y dejara que surgiera algo más profundo. Estudié el simbolismo tradicional, pero nunca copié. Dejé que el arquetipo me mostrara cómo quería aparecer.

No es una baraja para impresionar. Está pensada para *revelar*.

Abrir una conversación con el subconsciente. Invitar al lector (y a mí) a dialogar con su conocimiento más profundo.

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Crear como sanar

A través del acto de crear estos 22 arquetipos, empecé a reconstruir mi propia identidad. Como hombre. Como artista. Como compañero. Como padre.

Se convirtió en un lento renacer.

El arte siempre ha sido un lenguaje para mí, uno que se salta el intelecto y habla directamente de lo que vive debajo. Este proyecto me recordó el poder de la devoción a largo plazo. De aparecer, incluso cuando no tenía ni idea de cómo iba a resultar.

Y al hacerlo, me dio algo que nunca esperé: un cierre. Y también, un comienzo.

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